Para los que hace más de dos meses que no vais a la Laurel, seguramente no conoceréis este nuevo bar que han abierto en el número 1 de la famosísima calle.
Ayer por la noche mientras trabajaba hablaba por el chat con La Taberna del Tío Blas, y le propuse quedar para hacer unas fotos a sus maravillosos pinchos y a la Taberna que es un sitio bastante distinto del resto de los bares de la zona.
Cuando llegué a la cita no sabía que el “Community” era Juan Osaba (http://www.osaba.com), el marido y cuñado de los dueños, quién respondió pacientemente a mis preguntas y me contó algunas curiosidades.
Por ejemplo, el bar se llama así por su padre y por el mercado que está enfrente –Mercado de San Blas-y además es un nombre poco común. El logotipo del anciano tomando una copa de vino, por supuesto, rioja, lo dibujó su abuelo, y el dibujo original cuelga de la pared en la Taberna.
Lo primero en lo que uno se fija es en la ubicación, justo el número 1 de la Laurel, punto de encuentro de muchísima gente todos los días de la semana -justo en su pared está el cartel de Calle Laurel, que es seguramente, el “monumento” de Logroño más fotografiado-y, además, tienen uno propio de Calle Laurel y Taberna del Tío Blas. El bar por dentro está decorado respetando la piedra y el ladrillo originales pero con un toque moderno dando como resultado un sitio, como dirían los “guiris” totalmente “cool”.
Pero mi interés se centra en otra cosa nada más entrar, en la ¡barra! es, sin lugar a dudas, la mejor trabajada y variada de toda la zona de pinchos. El cocinero, Imanol, crea obras de arte en cada pincho, están muy elaborados, son originales pero además, van cambiando cada día. Y, es aquí cuando yo le pregunto a Juan, y si me gusta uno ya no lo voy a poder comer de nuevo? Pues claro que sí! Cuando uno tiene mucho éxito, o lo dejamos fijo en la carta, o los volvemos a repetir.
Pero no sólo ahí quedan las curiosidades, también me contó que todas las noches los pinchos que no se hayan consumido son trasladados en un contenedor a la cocina económica (institución religiosa), es decir, que nada se tira a la basura pero que todos los productos con los que se elaboran los pinchos son frescos.
Llevan dos meses de vida y ya les están preguntando si van a abrir más o si lo quieren convertir en franquicia, han tenido que coger la planta de arriba como almacén porque ya se les hace pequeño el que tienen en la planta de abajo.
¡Como veis, no soy la única que no se ha resistido al Tío Blas!
Os dejo algunas fotos que tomé yo misma (otra vez desde mi BB, lo siento) y otras de su perfil de
Facebook. Todas las fotos estarán subidas en el perfil de
Spanish Vineyard.
Por cierto, no esperéis para ir y probar los pinchos porque dentro de poco renuevan la carta!
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Javier, el dueño
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